martes, enero 15, 2008

En aquel puerto ...


Y Canela, cantaba al son de la guitarra, aquellas noches de bar en el que ambos eramos jovenes y disfrutabamos de las cosas simples. Ella cantaba, yo la escuchaba. Yo disfrutaba, ella tambien.

Tenia la voz suave, como la brisa del mar que entraba en las mañanas, por la ventana de mi cuarto de juventud. Aquellos marcos casi traslucidos del tiempo.

Y su voz era dulce. Pese a eso sus palabras poseian un carmin bruto de pasiones encerradas en prosas de baladas.

Como en aquellos tiempos, mis ojos se enjugaban en lagrimas. Mi pecho latia con ganas. Mi cuerpo temblaba de deseos. Y no era su cuerpo, no eran sus ojos ... era su voz

Y con ganas de sacar a flote aquellos deseos cantados, entregue mi tiempo, mi escaso dinero, mis deseos de estar en otro lugar.
Era alli, entre canciones de amor y copas de vino barato que pase esperando por una cancion.
No era su cuerpo, no eran sus ojos ... era su voz.
Entre sorbo y sorbo, cancion y cancion, el amor se fundia entre sollozos nocturnos por no tenerla.
Y no fue por mi escaso temor a perderlo todo, simplemente esa noche mate por amor.
Oh Canela! No era tu cuerpo no, no eran tus ojos. Solo era tu voz.

Esa noche Canela no canto. Mi copa no se sirvio. Mi ventana se entreabrio, para soltar un grito de dolor.
Oh Canela!