Caminaba por el anden del metro Baquedano, cuando una voz dulce en mi cuello me desperto de mis pensamientos e hizo que colocara los pies en el suelo. Y en mi cuerpo los poros se abrieron, extrañamente, como con el frio, pero esta vez, ocasionado por el calor de un susurro.
Y ahi estaba, radiante con su sonrisa amplia, dejandome entre ver las palpitaciones de su pecho, coincidentes con las mias.
- Tu bolso esta abierto - dijo, haciendome caer de un salto al espacio que habia entre la escalera y el suelo.
- Gracias - Atine a decir, con el rostro un tanto decepcionado
- No hay de que - y continuo sin vacilar su rumbo por la escalera mecanica.
Dos estaciones mas alla, nos fundiamos en un beso, como esos de pelicula. Nunca entendi como, pero asi fue.
Ayer nos encontramos en el mismo anden. Volvi a sentir escalofrios, pero esta vez sabia porque era.
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